EL ABRAZO DEL AMIGO

MANUEL PÉREZ TENDERO

Mientras celebramos en muchos lugares el día de la madre, en este primer domingo de mayo, Jesús de Nazaret nos habla de su Padre: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor».

Si en algo son expertas las madres es, precisamente, en el amor. Ellas saben amar como nadie; saben amar, sobre todo, con un amor original, gratuito, que no depende de la actitud de la persona amada, un amor que nos precede siempre. Podríamos decir que las madres son el mejor reflejo en la tierra de lo que significa el amor de nuestro Padre que está en los cielos.

Por eso, al hacerse hombre, el Hijo eterno de Dios tuvo que nacer y crecer frente a una madre: encarnarse es vivir humanamente como hijo, recibiendo un amor que lo configura.

El misterio más profundo del cristianismo –el amor del Padre por el Hijo– tiene mucho que ver, por tanto, con el misterio del ser humano: el amor hacia los hijos.

Jesús de Nazaret ha venido a compartir el amor del Padre con nosotros, ha venido a ampliar la familia de los hijos de Dios; para ello, él nos ha elegido, se ha hecho amigo nuestro. En el cristianismo, la amistad y la familia se corresponden: amigos de Jesús para ser, con él, hijos de Dios.

¿Cuál es el contenido de la amistad de Jesús? ¿En qué se manifiesta que nos ama como amigos? Dos son los contenidos de esa amistad: él nos da a conocer todo lo que el Padre le ha dado y él ha dado la vida por nosotros.

La revelación es la comunicación de la intimidad del Hijo con el Padre que se nos regala a los amigos. Somos amigos porque Jesús nos lo cuenta todo de Dios. Nuestro catecismo, el objeto de nuestra fe, es una relación personal, el cariño eterno que el Padre y el Hijo se tienen. La amistad es conocimiento interno, confidencia regalada, corazón abierto, intimidad compartida. Eso es lo que somos los discípulos de Jesús: amigos íntimos suyos, recostado en su regazo, oyentes de su relación íntima con el Padre.

El segundo signo de la amistad es la entrega de la vida por los amigos. Esta característica era muy valorada en el mundo griego; también aparecen referencias en algunos lugares del Antiguo Testamento, como en la amistad de Jonatán con David. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por los amigos: ahí se cifra el amor que Jesús nos tiene, esa es la hondura y la definitividad de nuestra amistad con él.

Cada domingo, en la Eucaristía, nos acercamos a experimentar estas dos dimensiones de la amistad de Jesús. En la primera parte, la Liturgia de la Palabra, Jesús nos habla como amigo, nos abre su corazón, nos cuenta lo que él vive desde el Padre. En la segunda parte, en la Liturgia eucarística, hacemos memoria de la muerte del amigo que lo ha dado todo por nosotros y podemos ser partícipes de su destino bebiendo su mismo cáliz. Amistad en la Palabra y amistad en la entrega de la vida: la eucaristía es el memorial de Jesús amigo que, cada semana, nos abraza y hace crecer nuestra relación con él.

Pero la amistad es siempre compartida, ha de ser correspondida. Por otra parte, el amor recibido de Dios tiene que permanecer en nosotros, no podemos echarlo en saco roto. ¿Cómo podemos corresponder a esa amistad? ¿Cómo podemos permanecer en ese inmenso amor recibido? Jesús lo dice claro a sus discípulos: «Tenéis que guardar mis mandamientos, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor». La obediencia es lo que sostiene ese amor recibido y lo hace crecer.

¿Cuál es el mandamiento que nos pide el amigo para permanecer en su amor? Que nos amemos unos a otros como él nos ha amado. El amante no pide otra cosa que no sea amor; pero ya no es un amor hacia él, de respuesta, sino un amor hacia los discípulos, hacia los hermanos, un amor que es también fuente, origen, que hace posible una amistad que se amplía sin fronteras. Si no amamos, si el amor recibido no encuentra salida, si se queda encerrado en nosotros, se pierde. Esta es la dinámica del amor.

Este es el fruto que Dios nos pide, esta es la consecuencia más importante de cada abrazo eucarístico: que salimos de la asamblea dispuestos a renovar nuestro amor por los demás.

3 respuestas a “EL ABRAZO DEL AMIGO

  1. Manuel 5 de May de 2024 / 1:10 pm

    …me siente invitado a guardar en fidelidad este amor que nos fraterniza y hace apóstoles en el seguimiento de Jesus que nos cautiva con su palabra y llena de bendiciones…recuerdos para todos nuestros amigos…

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  2. jaramillo408 5 de May de 2024 / 4:34 pm

    Totalmente hermoso Padre!

    bendiciones!

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  3. Dolores Quesada 12 de May de 2024 / 10:59 pm

    Una preciosidad, de fondo y de forma. Gracias de corazón.

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