¿CUÁNTOS SE SALVARÁN?

¿Serán pocos los que se salven?

Esta pregunta ha preocupado a muchos a lo largo de la historia. También se la hicieron a Jesús de Nazaret.

La preocupación por el número es frecuente entre nosotros, en el ámbito social y también en el interior del cristianismo. Las encuestas, por ejemplo, son un signo de la importancia del número y el poder que tiene quien maneja esos números. También los cristianos nos preguntamos por el número de bautizos, bodas, asistentes a clase de religión y muchas otras estadísticas. Es frecuente preguntar cuántos seminaristas tiene una diócesis, o cuánta gente acude a la eucaristía un domingo en una determinada parroquia.

Contar nos ayuda a organizar, a comprender la realidad para poder transformarla. En la Biblia, aparece también la dimensión negativa de los esfuerzos cuantitativos del hombre: David fue castigado por cometer el pecado de hacer un censo de Israel. En el fondo, se trataba de controlar las propias fuerzas y no contar con la ayuda de Dios. Sería interesante una reflexión sobre la relación que existe entre nuestro nivel de fe y nuestros deseos de cuantificar todo lo que hacemos, con sus frutos. Las empresas funcionan por resultados; también los medios de comunicación y la misma política parecen funcionar como una gran empresa que busca obtener resultados. Quizá no estaría mal, piensan muchos, que la Iglesia aprendiera algo de este mundo para gestionar mejor sus medios y esfuerzos.

Ambivalencia, por tanto, en nuestros deseos de cuantificar: es algo necesario, a veces conveniente, pero encierra el peligro de dejar de mirar para arriba, de olvidar la presencia real de Dios en nuestra vida cotidiana.

¿Serán pocos los que se salven?

Jesús se atrevió a responder a esta pregunta, pero de forma indirecta: “Esforzaos por entrar por la puerta estrecha”. ¿Significa esto que serán pocos? Las respuestas de Jesús siempre son un interrogante para nuestros planteamientos. La cuestión no está en el número, sino en el esfuerzo personal. El número puede esconder una excusa para no implicarnos en la salvación. El pueblo elegido no es una masa, un número informe de individuos que no se distinguen. La elección y la salvación tienen que ver con la personalización: el número puede ser un dato importante, pero lo que importa es el nombre, la persona única e irrepetible que debe comprometer su libertad con el misterio del Reino.

“Muchos quedarán fuera”, dice Jesús. La clave no está en saber si entramos dentro del número de los salvados, sino en ponerse en camino, implicarse, esforzarse por entrar. La masa y la multitud son, a menudo, signo de facilidad, de mediocridad: Jesús quiere discípulos, personas que van creciendo con esfuerzo, que aceptan el reto del seguimiento detrás de sus huellas: eso es la puerta estrecha.

Jesús añade otra reflexión para responder a la pregunta por el número: vendrán de fuera y se sentarán en el Reino. La puerta estrecha va unida a la universalidad de la salvación. ¡Cuánto bien haría comprender esta profunda relación!

En muchas homilías y reflexiones parece escucharse que la universalidad de la salvación implica la facilidad, la falta de esfuerzo. La gracia parece identificarse con la mediocridad; la misericordia, con la falta de exigencia. Hace ya muchos años que un teólogo alemán, víctima del holocausto nazi, denunció esta “gracia barata” que muchos parecían predicar.

El pueblo elegido, dice Jesús, puede quedarse fuera de la salvación, viendo cómo entran otros de fuera. Es la misma perspectiva que presenta la preciosa parábola del hijo pródigo: el pecador, dentro del banquete; el mayor, con la tentación de quedarse fuera porque no comprende la misericordia del padre.

Elección no significa privilegio, sino esfuerzo. La gracia no implica pasividad, sino lucha y respuesta. La universalidad del amor de Dios no conlleva masificación, sino resplandor de rostros y personas libres que se dejan transformar por ese amor.

Manuel Pérez Tendero

2 respuestas a “¿CUÁNTOS SE SALVARÁN?

  1. José Antonio Ruz Padilla 21 de agosto de 2022 / 8:39 pm

    Toda la certeza está en su homiia ¿ pero cómo tomariamos el sinodo de la sinodalidad? De acuerdo con el principio de toda encuesta es susceptible de manipulación, y la encuestra nos llevaria a unas críticas personales de un supuesto funcionniento de la Iglesia a título personal, para justificar mi actuar personal.
    Y si se diluido el mensaje del Reino de Díos, en una falsa misericordia, en una teología de la prosperidad, donde no existe pecado, ni infierno, ni demonio, ni castigo eterno, con el segmento de que Dios es misericordioso. Cuanta responsabilidad tenemos los cristianos católicos.

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  2. P. Hernán González 24 de agosto de 2022 / 1:17 am

    Muy bueno, quisiera recibir esto por mail. Se puede subscribir?

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