AUMÉNTANOS LA FE

Hace muchos siglos, Jesús de Nazaret lanzó una pregunta que quedó sin contestar: «Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?».

La impresión que dan nuestros pueblos, los contenidos de nuestros medios de comunicación, los valores que la sociedad maneja en el día a día, parecen indicar que la fe está en horas difíciles y, probablemente, todavía no ha llegado a su punto más bajo.

¿Estaremos ante un ciclo de increencia que se superará, al menos en algunos lugares, muy pronto? ¿Estamos ante otro signo de esa «decadencia de occidente» que algunos apuntan?

Jesús de Nazaret veía en sus propios discípulos una fe muy insignificante y, por tanto, infecunda, impotente. También desde aquí podríamos hacernos preguntas: ¿falta la fe en la humanidad, en la sociedad, o esa falta es más palpable entre los mismos discípulos?

La falta de frutos en la Iglesia, ¿se debe solo a la cerrazón de la sociedad, o también tiene que ver con la poca fe de los creyentes? Volcados en las actividades exteriores, podríamos tener la tentación de olvidar nuestra propia conversión, nuestra propia vinculación al Maestro, nuestra fe personal y eclesial.

Las lecturas de este domingo, tomadas de los profetas y del Evangelio, nos dan algunas claves sobre la naturaleza de la fe y la necesidad de crecer en sus caminos.

Para el profeta Habacuc, la gran pregunta dirigida a Dios tiene que ver con las injusticias de la historia. Él grita en presencia de Dios: «¿Hasta cuándo?». La fe está muy relacionada con el tiempo, con la paciencia, con los ritmos de la historia. En esta línea preguntaba también Jesús: ante el retraso de las promesas, ¿habrá gente que sostendrá la esperanza?

La fe no es resignación pasiva y olvido del futuro, sino espera intensa y paciente de la justicia, de la intervención de Dios, de la llegada del Resucitado; una espera esforzada, activa, sufrida, doliente y valiente.

Ante la falta aparente de la presencia de Dios, el que no cree se desespera o se defiende con el cinismo. El creyente, en cambio, redobla su esperanza, su confianza en el Dios que gobierna la historia.

Los Salmos también nos hablan de la relación de la fe con el tiempo: se trata de escuchar «hoy» la voz del Señor, no endurecer el corazón y acoger la Palabra para que configure nuestras vidas. La espera del futuro se realiza en la escucha y el esfuerzo presentes. La dejadez y la pereza son una gran dificultad para la fe.

  En las enseñanzas de Jesús, la fe se relaciona también con el trabajo, con las tareas. La desesperanza, en este caso, puede venir de la falta de frutos y la ausencia de reconocimiento. Somos trabajadores de la viña del Señor, obreros del Reino; pero no trabajamos por la recompensa, cercana o lejana, sino por nuestra misma condición de siervos del Dueño de la viña. Cuando no parece que nuestros esfuerzos obtienen resultados, cuando sembramos y no acabamos de cosechar; cuando el mundo –a veces, tampoco la Iglesia– no reconoce nuestros desvelos y nuestra buena voluntad, ¿no cedemos a la tentación del desánimo?

¿Trabajamos por el salario, por los frutos, por el reconocimiento? El Maestro dice a sus discípulos que han de trabajar por ser siervos, contentos de hacer aquello que es su obligación. Esto es también la fe: la gratuidad como estilo, fuente y meta de todo lo que hacemos. El fruto principal del trabajo está en nosotros mismos: nos vincula al Dueño, nos hace compartir sus campos y sus desvelos.

San Pablo lo escribió a los corintios: «¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio de forma gratuita! La recompensa está en el mismo anuncio, en la dignidad de ser apóstol de tan digno Maestro».

La fe, por su misma naturaleza, crece. ¡Ojalá que este curso que comienza sea oportunidad para crecer en la fe que hemos recibido como regalo y como tarea!

3 respuestas a “AUMÉNTANOS LA FE

  1. Rosa Porras Canarena 2 de octubre de 2022 / 10:02 am

    El mensaje que subyace _sin desanimo_ es lo que refuerza la fe….una búsqueda sufrida y permanente!! ¿Hasta cuando?
    !! Siempre y por encima de todo!!!

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    • Juan Fernández Cañadas 3 de octubre de 2022 / 10:13 am

      Creo que siempre hemos de cuidar la fe. Me quedo con el mensaje «somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer»

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  2. Silmara Fernandes Lapachinske 8 de octubre de 2022 / 11:59 pm

    Prezado padre Manuel, os seus esforços dedicados aos ensinamentos aumentam a minha fé, porque me fazem melhor entender o que Jesus Cristo quer nos transmitir. Muito obrigada.

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