DESDE TIEMPOS DE ADÁN

Conocer a alguien es contar su historia.

Somos tiempo compartido, relaciones que nos configuran, decisiones con sus consecuencias, presencias sobrevenidas; somos memoria exterior e interior de un pasado que nos configura. Nuestros genes son memoria viva de lo que otros vivieron antes que nosotros; nuestros cuerpos son también memoria, a veces doliente, de todo lo que hemos vivido y sufrido en nuestra propia historia. La psicología y el pensamiento, los afectos, todo el mundo interior es también memoria: memoria profunda de lo que hemos vivido, amado y sufrido.

Por eso, conocer a alguien es compartir su vida; describir a una persona es relatar su biografía.

En este tiempo de Cuaresma el pueblo cristiano recuerda su identidad más profunda para reconducir su vida desde las raíces, desde lo que somos verdaderamente. Por eso, las lecturas bíblicas que leeremos cada domingo, sobre todo las del Antiguo Testamento, son un gran relato de la historia de la salvación, desde Adán a los profetas. Los cristianos y toda la humanidad somos fruto de esta historia, llena de belleza y mezquindad.

El hombre se esconde de Dios desde los tiempos de Adán. ¿Por qué? Porque se siente desnudo, porque sabe que ha pecado, porque no es fácil asumir responsabilidades ante aquel que ha puesto su confianza en nosotros y le hemos fallado.

Desde los albores de la humanidad, el ser humano se ha preguntado por qué Dios permanece en el misterio y parece olvidarse de nuestro sufrimiento y nuestras luchas. Para muchos pensadores de la historia, el silencio de Dios es lo único que han escuchado del Creador; poco tiempo después del silencio llega el sentimiento de su ausencia definitiva y la afirmación de su no existencia.

La Biblia, en cambio, se atreve a decir que Dios no está en silencio: él llama a Adán para conversar con él, pero la criatura no quiere afrontar la presencia del Creador. Lo que más le pesa a Adán no es el silencio de Dios, sino su pregunta –¿dónde estás?– después del pecado. Dios no ha faltado a la cita con el hombre: es el hombre quien se ha escondido de Dios porque, antes, pecó contra él.

«¿Dónde está tu Dios?» es la pregunta que los necios le hacen al salmista, una pregunta difícil de responder, sobre todo en tiempos de desastre y sufrimiento. Pero existe una pregunta previa que es aún más difícil de responder: «¿Dónde estás, Adán?». Tal vez, en esta pregunta sobre el hombre está la clave de la respuesta a nuestra pregunta sobre Dios.

¿Dónde está Adán en estos tiempos nuestros de avance y libertades? Su esconderse ya no es tímido y silencioso como el de Adán: ahora, el hombre se esconde de Dios de forma prepotente y ruidosa; ahora, es él quien le pide cuentas a Dios después de haber despreciado el mandato de Dios.

La historia de Adán es nuestra propia historia: allí comenzó nuestra biografía, ahí radican los genes y el universo cultural que nos define. Pero, en esa historia de negación y pecado, de ocultamiento y maldición, también se han incorporado Abraham y Moisés, David y los profetas: Dios ha querido entrar en la historia para reconducirla desde dentro, para sanar todo lo antiguo y escribir un nuevo futuro con las mismas letras de la existencia humana.

Esto es la Cuaresma: la historia de la humanidad tocada por el pecado y por el amor de Dios. Hemos nacido como hijos del pecado e hijos de la misericordia, por eso vivimos con tragedia nuestra existencia y nos cuesta la libertad.

No somos solo hijos de Adán: somos también hijos de Abraham y los profetas, somos hijos de Dios; esta es la realidad que más configura nuestra forma de pensar y de vivir. La Cuaresma es tiempo propicio para descubrir todo lo que llevamos de Adán y todo lo bueno que habita en nosotros, fruto de la gracia y de una historia tocada por Dios.

Manuel Pérez Tendero

6 respuestas a “DESDE TIEMPOS DE ADÁN

  1. Manuel Núñez Lopez 26 de febrero de 2023 / 1:04 pm

    Excelente comentario para despertar a una vida nueva desde Jesus nuestro redentor…gracias D.Manuel por su dedicacion…sigo atentamente sus vídeos y publicaciones…Dios le siga bendiciendo en esta feliz tarea de sentirnos cautivados por Palabra…Recuerdos de un hermano del Camino Neocatecumenal…

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  2. María Angustias Romero Spínola 26 de febrero de 2023 / 4:30 pm

    Maravillosas enseñanzas, las que nos aporta siempre, padre Manuel.
    No me pierdo ninguna. Las escucho y las espero cada semana y, a veces, las vuelvo a escuchar para que se me graben bien.
    Muchas gracias y que Dios le bendiga.

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  3. Helena Pinto 26 de febrero de 2023 / 4:53 pm

    Es muy grato y placentero oirle padre la sabiduria que Dios le dio es un legado para todos quienes seguimos sus enseñanzas y un tesoro Divino para vivirlo y cultivarlo…son buenas noticias en medio de este desierto…Dios te siga bendiciendo…gracias mil…

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  4. Emeterio. 26 de febrero de 2023 / 5:05 pm

    He leído este “CAUTIVADOS “ varias veces. La primera me ha gustado e invitado a repetir su lectura. Con las siguientes he apreciado la bondad de todos los párrafos y su conclusión. Es para no perderse ni olvidar este “ Desde tiempos de Adan “

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  5. Olga Cruz 26 de febrero de 2023 / 8:38 pm

    Gracias Padre Manuel por sus enseñanzas que nos conducen a mirar nuestro interior y buscar dentro lo que nos separa y a la vez lo que nos a Dios nuestro Padre.

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  6. Prado 1 de marzo de 2023 / 12:58 pm

    Una maravilla escucharle .Unas reflexiones a tener muy en cuenta!!! Que Dios le siga iluminando…para que siga haciendo tanto bien.

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