Llegamos, por fin, a la escena más importante de esta sección de la infancia de Jesús en el evangelio según san Lucas: el nacimiento del Salvador. Trasladémonos por unos instantes a Belén y junto a los pastores corramos al pesebre a contemplar aquello que hemos oído y que se nos ha anunciado. Que la meditación de este misterio sirva para que alabemos nosotros también a Dios, que viene a nosotros de la manera más pobre y humilde posible.