EL ADVIENTO QUE VIENE

Está llegando el invierno: la luz es cada día más escasa y aprieta el frío muy de mañana. Pero la Navidad se acerca. Para los creyentes, el invierno llega con el calor del nacimiento del hijo de Dios, el calor del pesebre, el calor del cariño de María y José, acompañados por los sencillos –los pastores– y los lejanos que buscan a Dios –los magos–.

Este tiempo de preparación para el invierno cristiano, para el pesebre, para el misterio de Navidad, se llama Adviento, es decir, «Venida, llegada». Con este domingo empezamos este tiempo, que dura cuatro semanas. La gran actitud del Adviento es la esperanza.

No sé cuál es el medidor fundamental de la esperanza, pero los signos que vemos cada día, lo que nos presentan los telediarios y las series más famosas, no parece que muestren una sociedad de esperanza ni nos animan a la esperanza.

Cada día tenemos formas nuevas de placer –el mercado se encarga de ello–, pero somos menos felices; cada día tenemos más libertades –es la proclama de nuestros gobernantes–, pero se multiplican las adicciones y se nos escapa la libertad. El bienestar crece, al parecer, pero los suicidios no dejan de aumentar, sobre todo en esa edad de la esperanza que se supone es la juventud.

Podría parecer que existe una relación entre la multiplicación del bienestar y la disminución de la esperanza. De hecho, los países más pobres son los que más esperanza transmiten: tienen futuro, a veces, solo futuro. En cambio, nosotros, a fuerza de agarrarnos al presente y querer cambiar el pasado, nos estamos quedando sin futuro.

Nunca ha habido tanto placer en nuestra sociedad, pero nunca ha habido tanta tristeza. Nunca fueron tantas las fiestas y celebraciones, los encuentros masivos para diversas circunstancias, pero nunca ha habido tanta soledad.

¿Qué está fallando? La esperanza y sus fuentes. ¿Será que nos hemos equivocado? ¿Será que los ingenieros de nuestra sociedad quieren que sea así y nosotros nos dejamos convencer fácilmente?

La tristeza y la soledad, por desgracia, no solo abundan en nuestras sociedades de progreso: parecen habitar también en el corazón de la Iglesia.

Nunca tuvo la pastoral tantos medios y tan numerosas ofertas, nunca estuvimos tan ocupados en organizar eventos; pero no sé cuáles son los frutos de tanto movimiento.   En muchos ámbitos eclesiales se escucha un tono de tristeza y pesimismo cuando analizamos la situación. El cansancio, la rutina, la frustración… están dejando huella en nosotros. ¿Brotaban nuestra esperanza y nuestra fe solo del éxito de nuestras tareas?

Es evidente que nuestra Iglesia necesita el Adviento.

Pero el Adviento no es un color litúrgico, ni una corona en los templos, ni la organización de actividades que tienen como horizonte el Belén y la Navidad. Si, debajo de todo ello, no somos capaces de beber en las fuentes de la esperanza, habrá sido Adviento en vano; un año más.

El Adviento brota de experimentar la cercanía del Señor: si tenemos éxito es a su lado, si fracasamos, fracasamos con él. El Adviento es una experiencia espiritual, un tono del alma, un camino de salida y esfuerzo; es apostar por la alegría porque la fe nos empuja a ello. Para hacer camino espiritual necesitamos tiempo, hondura, silencio, quietud.

Con el lenguaje del mundo digital, podemos decir que la Iglesia quiere ponerse en este mes «en modo Adviento»: ¿sabremos hacerlo?

Una escucha más atenta de la Palabra de Dios, dedicar más tiempo a la oración, revisar nuestras tristezas, salir para servir fuera de nuestras propias rutinas, dialogar más entre nosotros sobre lo que creemos y esperamos, acercarnos con intensa preparación al sacramento del perdón:  muchos son los medios que la Iglesia nos ofrece para despertar la esperanza. Necesitamos beberla a raudales para regalarla, con sencillez, a nuestra sociedad cansada.

Manuel Pérez Tendero

4 respuestas a “EL ADVIENTO QUE VIENE

  1. Rosa Porras Canarena 27 de noviembre de 2022 / 12:07 pm

    Parece que ha sido necesario perder economía, confort y *brillo social* para iniciar un camino de búsqueda y preparación….un búsqueda un tanto extraña, de idas y venidas , en instantes…. mágica!!!
    Eso sí, en una soledad muy enriquecedora…
    Siempre reconfortante las lectura del domingo

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  2. Denia Serrano Valverde 27 de noviembre de 2022 / 12:30 pm

    Padre Manuel, mucho ánimo arraigados y cimentados en la fe en Cristo Jesús Señor NUESTRO.
    ÉL NUESTRA LUZ, NUESTRA
    E S P E R A N Z A.
    NUESTRO AMOR Y SALVADOR.
    En tiempos difíciles, es cuando tenemos que seguirle más y más.

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  3. Cecilia Sánchez Sánchez 27 de noviembre de 2022 / 5:54 pm

    Extraordinario el artículo del Adviento, encendida la luz que nos ilumina el camino, la misión.

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  4. Rosa Judith Pasco 1 de diciembre de 2022 / 8:00 am

    P Manuel gracias, una reflexion muy profunda que nos ayuda en este tiempo a vivir con alegria y esperanza; saliendo de nosotros mismos hacia los demas , iuminados con la luz Cristo.

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