
¿Qué tienen que ver el domingo y la palabra?
En nuestras sociedades occidentales, el domingo es día de descanso; más propicio, por ello, para dedicar el tiempo a leer o a dialogar. Sería una lástima que pasáramos el tiempo libre en soledad, sin escuchar, sin leer, sin comunicarnos, sin dar una oportunidad para las relaciones amistosas a través del gusto de compartir la palabra.
Desde que el cristianismo nació, por otro lado, el domingo es el día en que los cristianos se reúnen para la celebración de la Eucaristía. Desde sus orígenes, desde el mismo día en que Jesús resucitó, la primera parte de esa celebración ha estado marcada por la escucha discipular de la palabra que Jesús resucitado le dirige a su Iglesia.
La proclamación, la meditación de la Palabra de Dios y la búsqueda de cómo aplicarla en nuestras vidas forma parte constitutiva de la Eucaristía y de la vida del cristiano. También la segunda parte de la Misa está marcada por las claves de la Biblia: los gestos provienen del Antiguo Testamento y de la vida de Jesús, las expresiones, la estructura misma del ritual, todo nos recuerda a lo que los primeros creyentes nos transmitieron por tradición y que ha quedado plasmado en las Escrituras.
El domingo es un día habitado por la palabra y por la Palabra; pero no siempre la vida de cada familia y de cada creyente acaba de tener esa dimensión discipular para escuchar con profundidad a Dios que nos habla en la Escritura.
En el catolicismo, en concreto, debido a un miedo secular a la herejía y a las falsas interpretaciones, hemos tenido cerrada la Biblia demasiado tiempo. Es hora ya de atrevernos a abrir sus páginas para buscar la voz de Dios y su voluntad para esta hora de la historia en que vivimos.
Creo que todos tenemos experiencia de la sed de Palabra que hay a nuestro alrededor. En la catequesis, los niños disfrutan cuando tienen que buscar textos y cuando se les cuentan historias de la Biblia. En las homilías de cada domingo, los feligreses agradecen que sus sacerdotes se centren, fundamentalmente, en la explicación de las lecturas que se han proclamado, que nos ayuden a hacerlas vivas en lo cotidiano de nuestra existencia. Cuando se imparte formación cristiana o se invita a cursos de teología, la Sagrada Escritura siempre tiene una aceptación privilegiada. Existe un sexto sentido en los fieles cristianos que les hace intuir dónde está la esencia de lo que creen, dónde se puede oír el eco de la voz del Padre que nos habla.
Quizá se está cumpliendo, en positivo, lo que Amós anunció en negativo hace casi tres mil años: Dios promete enviar una sed y un hambre a la tierra, no hambre de pan o sed de agua, sino sed de escuchar la Palabra de Dios; la gente querrá escucharla, pero habrá silencio: porque han sido rebeldes a la voz de los profetas.
Tal vez también nosotros mereceríamos el silencio de Dios como respuesta a nuestras búsquedas, por culpa de nuestras propias rebeldías; pero lo que él nos está dando, ahora mismo, es una sed que se corresponde con una siembra a raudales de Palabra. Quizá no abunda el hambre de otros valores y propuestas, pero creo que sí ha crecido el hambre de Palabra de Dios.
Tal vez sea un signo de Dios en medio del desconcierto en que vivimos. La Palabra es motivación y luz para nuestras vidas, interrogante y respuesta, voz de Dios y respuesta del hombre.
La Palabra es una de las claves más importantes para una renovación de la vida cristiana en nuestras comunidades y es, sin lugar a dudas, una de las claves fundamentales para cumplir el mandato de la nueva evangelización en que estamos comprometidos. Los métodos nuevos ayudarán, pero solo en la Palabra, en el Evangelio, está la clave de la tarea de la Iglesia.
Leer, meditar, orar, vivir y transmitir la Palabra: «Lo que hemos oído, lo que hemos visto, lo que hemos tocado con nuestras propias manos, os lo transmitimos, para que estéis en comunión con nosotros y nuestro gozo sea completo». San Juan, hace dos mil años, expresó como nadie el misterio de la Palabra que late en el corazón de los creyentes.
Manuel Pérez Tendero
Padre Manuel….muchas gracias por sus enseñanzas y comentarios…cada día menos ignorante gracias a uud.
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