UNA MONTAÑA EN EL DESIERTO

Junto al desierto, el gran símbolo de la Cuaresma es el monte. La semana pasada, la liturgia dominical nos proponía la lectura de las tentaciones de Jesús en el desierto, después de cuarenta días de ayuno; esta semana, la misma liturgia nos propone el monte de la transfiguración como clave para comprender el camino cuaresmal.

 De hecho, en los cuarenta años que Israel tuvo que peregrinar desde Egipto hacia la Tierra prometida, el desierto fue la presencia dominante; pero, en el corazón del desierto, Israel se encontró con un monte, el Sinaí, que cambió el rumbo de su peregrinación. En el corazón del desierto, el pueblo se encuentra con Dios y realiza una alianza que le configurará para siempre.

La montaña de Dios en el corazón del desierto es un símbolo fundamental de la Cuaresma.

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